martes, 26 de agosto de 2008

Volare, oh ooh...

Leyendo los blogs que están haciendo amigos y conocidos que se largan de Erasmus, veo que casi siempre dedican sólo una o dos lineas para describir el viaje con asépticas y esteriles descripciones como “dos horas en coche después llegamos a Huéneja”, “cogimos el tren de mediodía a Ouagadougu”, o “el vuelo a Pernambuco se nos hizo muy pesado”. ¿Qué quereis que os diga? Me parece que no se debería ningunear una experiencia tan interesante como es el viaje en sí mismo. Quizás es que no viajo tanto como me gustaría y cuando veo un avión de cerca me quedo como los conejos cuando les dan las luces largas. En realidad los vuelos que cogí no tuvieron nada de especial, pero después de un post tan sensiblero como el anterior creo que debo escribir algo con gracia si quiero que la sección de diabéticos de mi grupo de adeptos no se desenganche… A ver qué tal me sale.

Cinco y pico de la mañana del 11 de Agosto. Me levanto tras escasas cuatro horas de sueño. Tras una ducha y sin haber desayunado, introducimos como buenamente pudimos los dos maletones en el coche y nos encaminamos a Barajas prontito, a las 6:15, para no pillar tráfico (la situación ya era lo suficientemente emotiva como para añadirle el plus de los atascos). Una vez allí el grupo se deshace momentaneamente para que mi padre pueda aparcar. Es entonces cuando empieza el periplo de ventanilla en ventanilla a ver donde podía facturar mi equipaje. Es lo que tiene que las compañías se alíen unas con(tra) otras. Encontrada la ventanilla llega el momento de sacar el pasaporte. Y no aparece en la carpetita. Comienzo a tener la crisis de ansiedad que mi padre corta brevemente al recordarme que la noche anterior cambiamos el emplazamiento habitual de mi pasaporte por otro más accesible. Tras colocar mi miocardio en su sitio vamos a desayunar a una cafetería de Barajas, donde para poder sentarnos tenemos que irnos a la sala de fumadores. Total, que salgo de allí apestando a tabaco. Me quedan como diecinueve horas de viaje y ya huelo mal. Estupendo.

Me despido de mi familia y me quedo esperando el vuelo a Frankfurt. Un calor que te asas. Nos avisan que el avión se retrasa media hora. Me da igual porque el avión que me lleva a Chicago sale a las cinco. Embarcamos al avión y me percato de que no solo me han dado la ventanilla que pedí sino que ¡no me han puesto a nadie al lado! ¡Yupi! La niña de un pasillo más allá arruga su feo hocico en cuanto paso. Sigo apestando a tabaco. Despegamos sin incidencias. Es curioso ver como cambia el terreno desde la perspectiva de un pajaro. España es tan seca comparada con el resto de Europa tan verde… Pasado un tiempo veo una ciudad al borde de un lago, supongo que sería Ginebra. Nos acercamos a nuestro destino.

Al llegar a Frankfurt, nos bajamos del avión para subirnos a uno de esos buses que te llevan a la terminal principal. Me pongo la chaquetilla porque aquí no saben como es un verano como Dios manda. En cuatro horas de espera en el aeropuerto de Frankfurt no conseguí encontrar un sitio decente en el que comer. Al final me pillo un bocadillo en el aeropuerto y una bebida. El pan del bocadillo tenia una especia rara que sabía fatal al principio pero que luego se hacía adictiva. Antes de lo que me esperaba nos llaman para embarcar, y es que el procedimiento de montarse en un avión rumbo a EEUU es algo más complicado. Tras hacer cola para enseñar mi pasaporte me puse a otra cola para enseñar el billete.

Luego rompimos filas esperando a coger el nuevo bus que nos llevaría a los pies del avión que habría de llevarme a Chicago. Tras subir al avión cruzo los dedos y ¡Premio! Me ha tocado ventanilla otra vez. Me instalo como buenamente en mi sitio (¿Por qué será que en los vuelos transatlánticos los asientos son más canijos?). En el asiento de al lado van pasando una serie de personajes variopintos. Primero un padre que le cambia el asiento a otro pavo para poder estar al lado de sus hijas, luego éste se cambia para poder sentarse en la ventanilla que hay en el asiento delante mío que parece estar vacío, en cuanto viene el dueño vuelve a mi lado otra vez, hasta que le cambia el sitio al que sería mi compañero definitivo de viaje. Empiezo a creer que soy un apestado y me acuerdo del olor a tabaco que impregnaba mi ropa hace horas. Compruebo que no queda rastro de él y me relajo. Trato de ponerme cómodo pues me quedan nueve horas de vuelo.

En el avión me trago dos pelis del tirón (“21” y “What happens in Las Vegas”), me echo un breve sueñecito y me veo un capítulo de ”How I met you mother”. De la comida del avión mejor no hablaré. Prefiero ahorraros detalles que puedan herir vuestra sensibilidad. Viajar sobre el Océano es muy aburrido. Tras girar en Islandia entramos en territorio Canadiense. Vamos a abordar los EEUU desde el norte. Cruzamos el enorme lago Michigan y pego mi nariz a la ventanilla para contemplar la ciudad que será mi hogar los próximos… buf… ¿Quien sabe?

Aterrizamos y voy a hacer los “customs” en la aduana. Son las siete de la tarde (hora local). Afortunadamente hago menos cola que los nativos americanos pues hemos sido seis extranjeros en total en todo el avión. Saco mi pasaporte mi I-20 y pongo mi mejor sonrisa (para saber por qué leed la entrada titulada “Cambio de imagen”). Delante de mí hay un italiano cincuentón que habla un inglés macarrónico. Tras lidiar con él, el hastiado agente coge mis documentos y les echa un vistazo. Pregunta qué vengo a hacer a EEUU. Tras haberle contestado me permite salir sin mirarme siquiera. Solo he estado cinco minutos en la aduana ¡Eso es suerte!
Tras recoger mis maletas, que salen las primeras (estoy que lo rompo) salgo al exterior del aeropuerto, donde he quedado con Mike. Me viene a buscar en un todoterreno negro, un GMC Yukon, que más bien parece un tanque. Nos saludamos efusivamente y nos dirijimos a su casa. De camino echo un vistazo por la ventanilla y me quedo sorprendido por la enorme cantidad de árboles que hay. No en vano cruzamos un suburbio que se llama River Forest. Ya en su casa saludo a Char, que me presenta al resto de la familia, cuatro niños pequeños a los que no conocía. Tras pasar un rato con ellos pido permiso para retirarme a la cama a la misma hora que los niños pues estoy baldado.

Son las nueve de la noche. En España son las cuatro de la mañana. Han pasado veintidós horas desde que deje mi casa.

Ya estoy en Chicago.

11 comentarios:

Luis dijo...

Me encanta la descripción del vuelo. ¿te gusta volar?.

Ro dijo...

Jaja... La verdad es que me gusta volar. Lo mas divertido es despegar y aterrizar. Cuando estas arriba al principio te parece todo tan chiquitito y tan encantador... luego solo es jodidamente canijo, y acaba cansando.

Kermit dijo...

¡Estás en casa de Cher! Supongo que te levantarás todos los días escuchando el "I got you babe", como Bill Murray en "El día de la marmota" (el título oficial de la película es otro, pero a quién le importa).

Luis dijo...

Aparte de la emoción de los despegues (cuando despegará?) y de los aterrizajes (¿será muy dura la toma?), en el aire puedes divertirte con un GPS y viendo qué va pasando por debajo y a qué velocidad vais. Recuerda que el GPS sólo recibe, no emite nada, así que no tendrían por qué prohibírtelo, aunque s lo escondes un poco ojos que no ven...

nuriabenn dijo...

Estas en casa de tu primo no? es que me sonaba que tenías familia allí.
Cómo es que volaste solito??
Lo del aeropuerto de Frankfurt es lo peor, en Alemania les mola mazo ese pan especiado raro que parece más un bollito. ¿Por qué leches no tiene un McDonald's como dios manda?
besos

Ro dijo...

Que va! Estuve en casa de Mike (es el cunhado de mi prima) durante seis dias. Hace diez dias me mude a la residencia... Es que me queda aun mucho que escribir...

Yo tambien me preguntaba lo del mc donalds... que decepcion. El pan este era una mezcla de amargo y picante y al principio fatal, pero luego le cogi gusto fijate...

Ro dijo...

Hablando de volar, Luis, cuando te vas para Tokio?

Anónimo dijo...

Wala qué fuerte, un Rodrigo en los States!!! Me intrigó tu nick en el Messenger así que ahora seguiré tus peripecias vía blog. ¡SUERTE!

pd: mi nick no es descriptivo.. soy Paula (la del cole!)

Soy un Paranoico dijo...

Que envidia que te disfrutes de los vuelos. Yo ODIO volar más que M.A. Barracus (el negro del Equipo A para los lerdos)

De hecho voy a hacer un curso de Iberia que me cuesta un pastizal para ver si supero esta puta fobia que es una lacra.

Luis dijo...

Yo salgo el día 9 del mes 9, también vía Frankfurt.

Miguel dijo...

Ro, deberías creerte lo de RDOR... Es el viernes que viene y no tengo ningún test para hacer pruebas...