miércoles, 6 de agosto de 2008

Cambio de look

Hace ya una semana que no escribía por aquí. No ha sido por falta de tiempo, no. Tampoco creais que he estado de arriba a abajo volcándome en realizar las últimas gestiones administrativas. ¡Que va! He estado rodando entre mi casa, la piscina, bares, conciertos, cines... No he hecho otra cosa que entregarme al ocio y al descanso. Bien podría haber sacado un rato para escribiros. Pero la verdad es que no tengo nada que contaros que esté directamente relacionado con el viaje. Así que me veo obligado a sacarme un tema de la manga para escribir la entrada de hoy: Mi cambio de imagen.

Hace ya unos días, tras una noche de "malogración" me desperté y me planté en el baño para lavarme los dientes. Al mirarme al espejo me asaltó una pregunta: "¿Me dejarían entrar ASÍ a los Estados Unidos?". Y es que dejando de lado el aspecto standard que tiene la gente al levantarse tras una noche de jarana, durante este verano me he asilvestrado un poco. La desidia se ha hecho manifiesta en forma de barba y pelo creciendo libres y rebeldes. Lo cual sumado al ligero bronceado que he adquirido tras varias sesiones de piscina me hace pensar que si llego de esta guisa a la aduana norteamericana lo más probable es que o bien me retengan más tiempo de lo normal en lo que mi prima llama "el cuartito", o bien me repatrien, o peor aún: que sea el afortunado ganador de una estancia indefinida en un maravilloso resort de Guantánamo.

Como ninguna de las tres opciones me resulta muy apetecible, he decidido que lo más prudente es que llegue a Chicago en un estado aceptable (en el sentido LITERAL de la palabra). De allí que desde ese día haya decidido hacer un progresivo cambio de imagen. Lo primero que hice fué cortarme el pelo, la opinión general es que ha quedado demasiado corto, pero yo casi lo prefiero así. No hay nada como levantarse de la cama y estar peinado. Lo segundo que hice fue afeitarme el bigote, para disgusto de mis amistades femeninas. Yo me lo hubiera dejado, pero es que entre las facciones de mi cara y el bigote parezco un balsero extraviado. Esta tarde remataré la faena afeitándome la barba, solo se salvarán las patillas. Lo de la piel morena es irreversible pero no me preocupa demasiado, porque desde que el siglo pasado Cocó Chanel pusiera de moda el bronceado como símbolo de status, según la indumentaria que lleve pasaré o bien por un obrero de la construccion o bien por un pijo recien llegado de vacaciones en Costa Rica. Pese a todo tengo el triste presentimiento de que ni todo el espectro de colores do polos de Ralph Lauren me librarán de pasar una horita o dos en "el cuartito". Estaré cruzando los dedos para salir pronto y de una pieza de allí... y si no es a Guantánamo, mejor.

No te pierdas el ajetreo de los últimos días de Ro en España en las próximas entradas de "Civis Chicagolensis Sum".

No hay comentarios: