martes, 18 de noviembre de 2008

Halloween

A ver si pongo al día este blog, que si no se me van a acumular las entradas. ¿Por donde íbamos?... ¡Ah, sí! Ya... Hoy toca una crónica del día 31 de octubre, relatando mi primer Halloween americano.

El día de Halloween, jueves 31 de Octubre, me levanté a eso del mediodía tras una noche "movidita" (more chowder?). Me recuperé de la resaca como buenamente pude y esa misma tarde salimos a la busca y captura de nuestros atuendos. Siguiendo el consejo de ya no me acuerdo quién, nos dirigimos a un barrio del norte, Belmont, donde supuestamente había bastantes tiendas donde poder comprarnos un disfraz. Para consuelo de nuestra gloriosa raza ibérica, los españoles no éramos los únicos que dejaron la compra del atuendo para el último momento. Los locales donde vendiesen alguna prenda fuera de los cánones de la normalidad estaban a rebosar. Bien fuesen sex shops o tiendas de veinte duros (invito al lector a que haga el equivalente a dólares).

Pasada una hora de paseo, ya en la calle Diversey, entramos en una "customes shop". Habiendo descartado las máscaras de Obama, las armaduras medievales de alquiler y los clásicos de siempre (Jason, Cara de Cuero, Scream...), los chicos decidimos de qué íbamos a ir vestidos: ¡Presidiarios! Porque claro está, puestos a disfrazarse, en grupo mucho mejor. Y una banda de presidiarios fugados es algo que triunfa siempre. Lo malo es que nos compramos disfraces de talla única para "caballeros de más de 120Kg". Así que llegados a casa nos veríamos en la tesitura de ver cuanta más gente nos haría falta para vestir el traje completo.

Pero antes había que volver a casa. Y es que las chicas aún no tenían disfraz. Volvimos a una tienda que previamente habíamos desechado en Belmont y empezamos a experimentar el ambiente de Halloween que impregnaba las calles. Multitud de gente de todas las razas y de todas las edades disfrazadas. Pese a ser finales de octubre, el clima era bastante benigno. Buena ocasión para salir con prendas de poco abrigo. Mientras mis amigas se compraban su atuendo, el resto aprovechamos para dar una vuelta por los alrededores. Belmont es algo así como el barrio gay de Chicago y uno de los más apacibles que tiene esta ciudad. Se había organizado un gran desfile de Halloween con concurso de disfraces incluído en la calle principal. Entre las drag queens había una que captó especialmente mi atención: una desfrazada de Sarah Palin. Había asumido que este año iba a ver infinidad de gente vestida de Joker, lo que no me esperaba era ver a un grupo de veinte personas disfrazado de las pastillas que acabaron con la vida de Heath Ledger (deliciosamente macabro). Y por los demás lo clásico: zombies, vampiros, momias y hombres lobo. Aunque algunos tremendamente currados.

Cuando todos tuvimos nuestro disfraz comprado regresamos a casa para vestirnos. Y entonces me ví ante el reto de hallar de qué manera me podría ver bien en un disfraz que lo mismo podría servir para cubrir un camión como para meter a Godzilla entre rejas. Pero ¡Magia potagia! Remangue por aquí, imperdible por allá y listo. El preso más sassy de la cárcel. Me reuní con el resto del grupo y cuando estuvimos todos listos salimos rumbo a la fiesta.



Habíamos sido invitados esa misma noche a una fiesta que daba un conocido nuestro en su casa. Tras pasar una horita entre transporte y comprar "provisiones" en el 7 Eleven de la esquina, llegamos a la casa de marras (que estaba a rebosar). La fiesta estaba en uno de sus momentos más altos. En un principio no quisimos entrar dentro y nos quedamos fuera en la terracita, disfrutando del buen clima y hablando con la gente (algunos más pasados de rosca que otros). Cuando se fué vaciando un poco la casa entramos dentro. El interior había sido genialmente decorado para la ocasión, por tener, tenía hasta máquina de humo. Había mucha gente. Buen ambiente. Buena música. Muchos amigos. Muchas risas. Una noche memorable.








Y esta vez, sin nada de resaca.

Sigue la crónica de mis días en EEUU en "Civis Chicagolensis Sum"

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Yo estuve allí

Cronológicamente, la siguiente entrada a la última que escribí en este blog debería ser la que describiese la fiesta de Halloween a la que fuí, seguida por otra relatando mi experiencia navegando de noche en un yate-casino por el lago Michigan. Pero ayer, 4 de Noviembre de 2008, tuve la suerte de vivir un importante momento histórico en primera persona. No hace falta columpiarse mucho para saber cual fue. Sí. Ayer ví, en vivo y en directo, desde el Grant Park de Chicago cómo Barack Hussein Obama se convertía en el Presidente Electo de los Estados Unidos de América nº44 y el primer Presidente afroamericano de esta nación.

En un país como Estados Unidos ésto supone un cambio enorme tal y como muestra este reportaje fotográfico. Finalmente, la Historia ha hecho justicia y América tiene por fin su primer presidente negro, pero aún queda mucho por hacer en materia de discriminación racial. Sin ir más lejos Chicago actualmente es una ciudad segregada. Si bien no lo es de jure, lo es de facto. La opulenta zona norte, habitada mayoritariamente por blancos, contrasta abismalmente con la sórdida zona sur, lugar de residencia de la mayoria de la comunidad afroamericana de Chicago y area devastada por la violencia, la delincuencia y la pobreza. Tristemente, casos similares se suceden a día de hoy a lo ancho y largo de esta vasta nación que es Estados Unidos.



Barack Obama, aunque keniata de origen y hawaiano de nacimiento, es un chicagolense por adopción. Aquí en Chicago es donde tuvo su primer trabajo de organizador comunitario en la zona sur de la ciudad (como ya he dicho aún castigada por la delincuencia y la pobreza). Illinois es el estado por el que Obama ha sido senador. De Chicago es oriunda su esposa Michelle, y en Chicago han nacido sus dos hijas. La tradición manda que los candidatos presidenciales estén en sus "ciudades de origen" la noche de las elecciones (McCain estuvo en su ciudad, Phoenix) por lo que era de esperar que Barack Obama estuviese anoche en Chicago. Y así fue. Se anunció hace tiempo que su discurso tras la jornada electoral tendría lugar en el conocido Grant Park de Chicago. A escasos 5km de mi residencia. Y yo, por nada en el mundo me hubiera perdido un acontecimiento semejante.

Al suavizarse la temperatura en las calles, diríase que el propio clima de Chicago quisiese sumarse a los ciudadanos al realizar su homenaje particular a Obama en ese decisivo día del 4 de noviembre del 2008. Tras estar paseando por la tarde en el Downtown, unos amigos y yo dirigimos nuestros pasos hacia el lugar de encuentro. Grant Park. Conforme caminábamos bajando por la avenida South Michigan fuimos viendo a multitud de gente con camisetas, banderas, pancartas. En la iconografía popular, a Barack Obama se le compara con Martin Luther King, con Malcolm X y con Nelson Mandela. Había 70.000 personas agolpadas en Grant Park. Cerca de un millón de almas (se dice pronto) en el area colindante. En Chicago, feudo demócrata y obamista la euforia crecía conforme se iban conociendo los resultados de los comicios, en Virginia primero y finalmente en el estado que le ha dado la victoria: Ohio. En ese momento, ese millón y pico de personas, blancas y negras unidas sin complejos, estallaron de júbilo y celebraron extasiadas el triunfo de Obama.



La gente esperaba ansiosa frente a las pantallas enormes habilitadas por el ayuntamiento el momento de escuchar a los candidatos presidenciales por primera vez tras conocerse el resultado. El derrotado John McCain fué el primero en hablar. Los abucheos y silbidos dieron pasos a aplausos cuando el candidato republicano reconoció elegantemente su derrota: "América ha hablado y ha hablado claro". También agradeció el trabajo de sus compañeros de campaña y le tendió la mano a su contrincante durante los últimos meses para afrontar los retos que le esperan.

A continuación, después de hacerse esperar unos minutos habló el candidato demócrata, vencedor de los comicios. Tras recibir la ovación y el aplauso general del gentío agrupado allí, comenzó a dar un magnífico discurso que recomiendo ver leer a todo el mundo. Palabras de cambio y esperanza intercaladas una y otra vez con el lema de su campaña "Yes, we can" ("Sí podemos"). Agradecimientos a su familia y a sus colaboradores en esta larga y dura campaña electoral. Homenaje a su rival, el senador John McCain, y un reconocimiento al enorme esfuerzo realizado y al constante amor a su patria. Remarcó los graves problemas y retos que su país debe afrontar. La crisis financiera generada aquí y propagada al resto del mundo, las reformas sociales y la necesaria mejora de los servicios de educación y sanidad prestados a los ciudadanos, la esperada firma y aplicación del protocolo de Kioto, la apuesta por las energías renovables y la resolución de una guerra que ha supuesto un enorme gasto al país. Obama hizo una sobrecogedora alusión a la historia de una votante afroamericana de 106 años, Ann Nixon Cooper, y a los enormes cambios que ha visto a lo largo de su siglo de vida. Obama invitó a la nación a preguntarse qué cambios quiere ver en su siglo. Obama invitó a la nación a trabajar para hacerlos realidad.



Y yo, aunque tan solo soy un humilde espectador podré afirmar en el futuro que yo fui testigo de todos estos acontecimientos que quedarán escritos para siempre en el libro de la Historia. Yo estuve en la South Michigan Avenue de Chicago el 4 de noviembre de 2008, caminando entre la multitud que estalló en euforia cuando se supo el resultado de los comicios en Ohio. Yo estuve en el Grant Park de Chicago el 4 de noviembre de 2008, oyendo en vivo el discurso de Barack Obama tras la victoria. Yo estuve en el Grant Park de Chicago el 4 de noviembre de 2008 cuando no solo éste país, sino el mundo, cambió.

Yo estuve allí.