jueves, 4 de septiembre de 2008

Toma de contacto con tacto.

Dicen que la primera impresión es la más importante. No solo la que damos, sino la que percibimos de cualquier cosa que no conocemos. Dicen que una primera impresión sobre algo condicionará la opinión que tengas sobre ese algo para siempre. Por eso he tenido buen cuidado de analizar detenidamente todas las cosas que he experimentado en los primeros días de mi estancia aquí. Todo parece demasiado bonito para ser verdad.

Mike y Char viven en un suburbio al oeste de Chicago llamado River Forest. Es lo que llamaríamos el típico barrio idílico americano sacado de “American Beauty” o de “Mujeres desesperadas”. No hay ni papeles, ni colillas ni regalitos caninos tirados por la calle. Las aceras son amplias y los jardines son de ensueño. En una cuadra entera hay un parque con un estadio de baseball. Hay iglesias, escuelas e institutos dispersos por todo el vecindario. Todo aquí desprende el aroma de tantas peliculas y series costumbristas americanas… Cogiendo el metro se puede llegar en media horita, quizás menos, al Downtown de Chicago, que aquí lo llaman “The Loop”. El metro no está soterrado sino que está elevado, de modo que puedes mirar por la ventana y ver como los rascacielos que perfilan el horizonte se van acercando poco a poco hasta que finalmente los tienes encima tuyo.

Los hijos de Mike y Char tienen entre dos y seis años, pero están muy bien educados. Son obedientes y responsables. Los niños juegan y corretean por la casa (que como todas las del barrio, es enorme) o por el jardín. Por supuesto, no puede faltar la parrilla. En la televisión hay un canal preparado especialmente para el entretenimiento familiar (Ojo: familiar. Diferenciar del infantil). Y es que aquí he podido llevar el estilo de vida de una familia netamente americana.

Viviendo con Mike y Char me he levantado por mi propio pie a las 7:30 de la mañana todos los días (en España haría falta que un regimiento de húsares desfilase cabalgando por mi cuarto). Me he tomado desayunos de esos en los que comes cereales, bollos, salchichas, huevos, zumo y café (en mi casa con un colacao y unas tostadas estoy servido). He pasado por la hora de comer sin tener casi hambre (en España como, luego existo). He cenado religiosamente a las seis de la tarde con carne cocinada en la barbacoa (a esas horas en Madrid estaría empezando a merendar un bollo). Y me he acostado a las diez de la noche. A todos aquellos que crean que es imposible que a las diez de la noche me entre sueño les diré que me iba a la cama derrotado como si hubiese corrido una maratón. Parece que no, pero aquí se hace mucha actividad. Y sin embargo no me quejo para nada. Aquí la existencia es muy apacible.

Sí, señores. He experimentado el “American way of life”. Ese que vemos en las películas. Ese que secretamente hemos querido poseer al menos una vez en nuestra vida. Y con razón. Si la vida aquí es como estos primeros días que he podido vivir gracias a Mike y Char no hace falta que os diga que no está nada mal. Eso de que “Como en España no se vive en ninguna parte” es una frase hecha. Una letanía que me han repetido hasta la saciedad. Y ¡Ojo! Que no digo que no sea cierta. Solo digo que puede ser cierto que como en España no se pueda vivir en ninguna parte… pero igual de cierto es que lo mismo se puede vivir mejor en otro lado.

4 comentarios:

nuriabenn dijo...

Estoy perdida, dónde vives ahora???

Ro dijo...

Estoy en la residencia, pero es que quiero seguir el orden cronologico.

Tranquila que en la siguiente entrada ya relato mi llegada a la residencia.

Miguel dijo...

¿Tan pronto y ya te nos estás americanizando? ¿Has tomado contacto con la comunidad judía de Chicago?

Kermit dijo...

¿A quién vas a votar? Te veo haciendo campaña por Sarah Palin (que, por cierto, ¿tendrá alguna relación con uno de los miembros de Monty Python?).